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Las vacunas son preparados que contienen patógenos debilitados o algunos de sus componentes, capaces de provocar la respuesta inmunitaria sin causar la enfermedad.

 

SU HISTORIA: La vacunación es una medida consistente en la administración de un preparado, con el objetivo de evitar la aparición de las enfermedades, habitualmente infecciosas causadas por el microorganismo frente al que se vacuna. Se suele decir que la persona vacunada está inmunizada frente a ese microorganismo concreto.

Sin embargo, la primera vacuna, concretamente contra frente a la viruela, fue descubierta por Jenner, un médico rural inglés que en 1796 llevó a cabo su experimento de inmunización con linfa de viruela vacuna; es decir, de una forma de viruela propia de las vacas (de ahí el nombre de vacuna). La idea se le ocurrió al escuchar a una granjera de su pueblo decir que ella no cogería la viruela mala porque ya había cogido la de las vacas. Esta mujer decía esto porque la viruela de las vacas era una enfermedad que producía una erupción en sus ubres, y los ordeñadores de las vacas podían contraer esta enfermedad, la cual les protegía frente a la viruela de los humanos. Jenner, que era un profundo observador, estuvo veinte años estudiando este fenómeno y la forma de desarrollar el método de inmunización, que culminó con la creación de su vacuna.

Después de Jenner, fue Louis Pasteur el que dio un gran paso adelante en la historia de las vacunas, al demostrar que, al administrar una forma debilitada o atenuada del microorganismo que produce la infección se consiguen unas defensas más puras que introduciendo un germen productor de otra enfermedad similar a la que se quiere prevenir, como había hecho Jenner.

Pasteur desarrolló la vacuna contra el cólera de las aves y contra el carbunco aplicando su descubrimiento sobre la atenuación.

En 1885 Pasteur administró la vacuna de la rabia a Joseph Meister, un niño de nueve años de edad. Este experimento armó un gran revuelo y fue muy censurado porque suponía la introducción deliberada de un microorganismo mortal en el cuerpo humano. Naturalmente, se trataba de un microorganismo debilitado tratado de forma conveniente en su laboratorio, y el éxito del experimento fue rotundo.

A finales del siglo XIX se registró el desarrollo de vacunas de microorganismos muertos frente al tifus, el cólera y la peste.

La vacuna contra la tuberculosis se desarrolló en 1909. Otras vacunas desarrolladas en este periodo fueron la vacuna contra la fiebre amarilla (1935) y la vacuna contra el virus influenza A (1936).

 Después de la vacuna de la poliomielitis, se desarrollaron vacunas frente al sarampión, la parotiditis y la rubéola. La vacuna contra la varicela se creó en la década de los 70 en Japón.

Otra de las vacunas de microorganismos vivos introducidas en esa época fue la vacuna antitifoidea.

Además de en el campo de las vacunas de microorganismos vivos, se avanzó en el desarrollo de las vacunas inactivadas frente a la poliomielitis, la rabia, la encefalitis japonesa y la hepatitis A. En 1954 se creó una vacuna contra la poliomielitis.

Durante las décadas de 1970 y 1980 se introdujeron las vacunas formuladas con proteínas purificadas o polisacáridos capsulares, que ya no aportaban células o microorganismos completos, sino una pequeña parte de los mismos, suficiente para crear respuesta defensiva frente a la enfermedad. Ejemplos de ellas son la vacuna antimeningocócica, la vacuna antineumocócica y la primera generación de vacunas frente al Haemophilius influenzae tipo B.

Posteriormente se inició la era de las vacunas conjugadas, y más adelante el uso de la ingeniería genética para la formulación de vacunas ADN recombinantes, como la de la hepatitis B, autorizada en 1986.

 La historia de las vacunas no ha hecho más que comenzar, y se continúa investigando para crear nuevas vacunas para viejas o nuevas enfermedades, como es el caso del sida.

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